Los 100 robots {resuelto por Víctor}
Lo hemos conseguido. Ya tenemos el producto perfecto que todo amo y toda ama de casa quieren para sí: el SRVL-2000. Un robot que limpia la casa, pone lavadoras, tiende la ropa, la plancha, riega las plantas, sabe programar el vídeo y capaz de conversar sobre cualquier tema {lleva incluso una conexión Bluetooth permanente para estar constantemente informado de todos los temas del corazón}. Lo más destacable, sin embargo, es que el robot es incapaz de mentir.
Sin embargo, nuestra última partida de 100 robots nos ha salido defectuosa. Resulta que algunos de ellos, y no sabemos cuántos ni cuáles, aparte de no saber programar el vídeo y tener cierta tendencia a quedarse jugando a la consola o chateando, mienten como bellacos constantemente. Dispuesto a resolver el problema, nuestro ingeniero jefe decide abordar la situación preguntando a cada robot cuántos de sus compañeros están estropeados.
Sus respuestas no dejan de ser curiosas. El robot número 1 contesta: "Al menos uno de nosotros está estropeado". El robot número 2, contesta algo parecido: "Al menos dos de nosotros estamos estropeados". El número 3 sigue con el sonsonete: "Al menos tres de nosotros estamos estropeados". Y así hasta el robot número 100, quien contesta: "Todos nosotros estamos estropeados".
Tal información le fue suficiente a nuestro ingeniero jefe para deducir cuántos y cuáles de nuestros robots estaban estropeados.
¿Puedes decirnos cuántos y cuáles de la partida de esos 100 robots son defectuosos? {Las respuestas, y todo lo que quieras añadir, en los comentarios}
Mi tío Gilipo, el joyero, vino a verme ayer tarde. Resulta que el Conde de M. {nos reservamos el nombre por cuestiones obvias} quería regalarle a su amante, la Duquesa de O. un diamante único. Traído de las lejanas minas de Dondestén, pero en estado bruto, lo dejó a mi tío para que él lo tallara, pues su arte es conocido en toda la región y en parte de Despeñaperros.
El Zar anda revuelto estos días. Últimamente sospecha que su esposa, la Zarina Soyuna Lova, mantiene más que conversaciones con el conocidísimo playboy griego Sergei Arratos. Es más, sospecha que se la dan con manteca de cacahuete.
Mi tío Gilipo consiguió por fin que el Conde de M. saliera satisfecho con la talla de su diamante {véase 

