--¡Buenas noticias!
--¿De qué se trata, profesor?
-- He inventado la máquina de barajar. Ahora jugar una partida de cinquillo será cosa de coser y cantar.
--¿Una máquina de barajar? ¿y cómo funciona?
--Es muy sencillo: la máquina genera una secuencia aleatoria de ordenación de las cartas y ¡hop! la aplica sobre la baraja. Y como ves sólo consume 3500 vatios para hacerlo.
--Interesante, profesor. ¿Y puede aplicar la misma secuencia varias veces seguidas?
--Efectivamente, mi joven sobrino, cuantas veces quieras. ¿Por qué lo dices? ¿Qué se te ha ocurrido esta vez?
--Oh, una curiosidad. ¿Me permite hacer un experimento? Verá, quisiera meter una baraja de 40 cartas y hacer que la máquina repita la secuencia un número determinado de veces.
--Por supuesto, dame esa baraja perfectamente ordenada. ¿Cuántas veces quieres repetir la secuencia?
--Pues, pongamos que--dice la cifra al oído del profesor.
--¡Demonio! ¿Tantas?
--Sí, profesor, no se me ocurre otro número más pequeño...
--En fin, espero que sea para un buen fin
El profesor introduce la baraja, y programa la máquina para que escoja una secuencia de desordenado y la aplique el número de veces que le ha dicho su sobrino. Al cabo de unos minutos, y de una cantidad desorbitada de energía, la baraja reaparece al otro extremo de la inmensa máquina. El profesor la recoje y, sorprendido, contempla que la baraja está ¡tan ordenada como al principio!
Pues póngase las pilas y conteste:¿Qué número le dijo el sobrino al profesor?