Bocas
Mi tío Gilipo consiguió por fin que el Conde de M. saliera satisfecho con la talla de su diamante {véase Facetas Distintas}. Aunque las matemáticas digan una cosa está claro que cuando están en juego un porrón {o botijo} de euros, mi tío es capaz de cualquier cosa.
Hoy la visita tenía otro fin mucho menos lucrativo. En realidad mi tío tenía un serio problema de filtración de información que quería atajar a toda costa. A su cargo trabajaban 5 empleados, quienes se encargaban de los nuevos diseños para la temporada siguiente. Habida cuenta de que los diseños del taller de mi tío eran la envidia de la burguesía local, y que casi se los arrancaban de las manos cuando los ponía en el mercado, mi tío era especialmente celoso con que no saliera de las paredes del taller ni un sólo motivo, figura o diseño. Sobre todo no hacia la empresa McGema, empresa polémica autora de la diadema-tobillera, que tantos detractores y fieles seguidores había labrado.
El caso es que mi tío había descubierto que algunos de los diseños habían llegado a la mesa de McGema los últimos meses. Evidentemente había algún intruso en su propia empresa. Sin embargo, y según me contaba mi tío:
-- Ninguna empresa copiaría mis diseños a menos que les llegara de manos de dos de mis colaboradores. Uno solo no goza de la credibilidad suficiente.
-- O sea, que tienes dos bocazas en tu empresa, me estás diciendo.
-- Exacto. He comprobado que algunos diseños, los que hago en grupos privados, no llegan a McGema.
-- Ahm, puedes crear en petit comité, de forma que el resto de tus empleados no sepan de esos diseños.
Mi tío se enjugó la frente con su nuevo pañuelo, bordado con los pies por un grupo de huérfanos de guerra en su lecho de muerte.
-- Eso mismo te digo, y estoy dispuesto a localizar a esos sinvergüenzas.- Sus ojos brillaron con una lucidez aterradora -Incluso estoy dispuesto a crear diez geniales diseños que crearé con todas las emparejamientos posibles de mis empleados.
-- Quieres decir que vas a reunirte con ellos de dos en dos, en privado, de forma que cubras todas las parejas posibles. Así, según el diseño que se cuele hacia McGema identificarás a tus, digamos, lenguaraces.
-- Sí, eso, aunque yo hubiera empleado un término menos benevolente. Pero si solicito tu ayuda es porque no estoy seguro de, bueno, ser capaz de crear tanto diseño en el poco tiempo que queda antes de que saquemos la colección. Si tú tuvieras alguna idea, te recompensaría generosamente.
Mágicas palabras. Mi mente se puso en marcha en ese mismo instante.
La pregunta es: ¿Es posible reducir el número de diseños necesarios para encontrar a la pareja de espías colaboradores de mi tío?