En mi primera sesión de yoga, que fue la semana pasada, no lo pasé muy bien que digamos. Era el único que iba de negro, en plan escarabajo dando el cante entre tanta ropa blanca, {son la situaciones que se te crean cuando desconoces los códigos de vestimenta}; durante la relajación no hacía más que estar impaciente por lo próximo que fuera a decir la monitora, con lo que no pude relajarme en absoluto; y para colmo, salí de allí con la espalda dolida de estirarla.
Sin embargo hoy ha salido todo de perlas. Ya conocía algo más la mecánica de las clases, he ido de blanco impóluto y he agradecido haber estirado las piernas después del tute que me di ayer haciendo step. Ah, y en la relajación he tenido un breve lapso en el que me he quedado dormido.
Creo que ha sido buena idea el apuntarme a ese gimnasio. No pensaba lo mismo la semana pasada, tanto por el casi desastre del yoga como por la clase de body combat a la que asistí el viernes pasado. Me salí a los quince minutos porque no podía seguir a la monitora, quien pasaba como cuatro calles de los recién llegados. Pero como dice Jesús, qué poca resistencia tengo a la frustración.
Pues tendrá razón, que para eso se dejó los sueldos en yogures, pero prefiero las asanas.
Comentarios (1)
la esquina de un ascensor
Escrito por Isaac | 23 de Noviembre 2004 a las 12:17 AM
Posted on 23 de Noviembre 2004 00:17