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Manos de papel y los espejos-trampa

Ayer fue día de resaca, aparte de viernes de dolores (Felicidades de nuevo y con retraso para mi Chichi más chichi). Para Regino y sus compañeras de clase el jueves fue el día de despedirse de la facultad con un examen, y de abrazar la entrada de estas largas vacaciones de semana santa y semana de primavera. Con la excusa, quedé con ellos para salir a tomar un algo.

El jueves de autos, para cuando salir de trabajar aún no tenía ningún mensaje de ellos, así que decidí pasar por el piso para comer un poco antes de la excursión nocturna. Bárbara volvió a darme un susto justo antes de entrar a casa. Esta chica ya va por la tercera vez que me sorprende, sentada en los escalones, a oscuras. Vaya, que te la comes en cuanto sales del ascensor. Un día de estos le doy copia de la llave y me libro del peligro del colapso nervioso.

En el frigo descansaba una sopa de madre a medio descongelar; y aproveché ese estado semisólido para quitarle la capilla superior de grasa. Estoy en plan soy una foca y me dan esos puntos. Claro que luego me zampé una media barra de pan untada en queso. Esto es como lo de darse la gran bufeta y luego salir con la sacarina para el café. En fin.

Tras cenar, llamé a Regino, pero no me cogía el teléfono. No suele llevarlo encima, y cuando lo lleva, ni lo oye. Así es él: usa las cosas con cabeza y racionalmente, cosa que no entiendo, porque me deja a mí en un muy mal lugar. Ays, menos mal que lo quiero, si no...

Al poco ya me llamó o envió un mensaje, no recuerdo. Que iban a cenar en El Palomo ("...Cojo", pienso siempre cuando oigo el nombre del bar). Me quedé en casa charlando con Bárbara y echando unas risas con ella, que es muy maja, haciendo tiempo para que terminaran de cenar. Como al cabo de una hora eché a andar para allá y mensajeé a Regino. "Acaban de empezar a servirnos", fue su respuesta. Que les iba a pillar con el tocino en los labios, me temí.

Dicho y hecho. Unas suculentas salchichas, unas jarras de cerveza, montaditos de lomo, patatas cocidas con ajo... Grasas, aceites, fritos, todo lo que está bueno, en definitiva. Evidentemente piqué como una cerda. Bueno, menos, que estuve bastante comedido, porque me acordé de la media barra con queso untado y me sentía ya bastante gorda en mí mismo. (Desde aquí quiero promover una investigación científica que me aclare de una vez por todas este asunto: ¿por qué lo grasiento está todo bueno? ¿los aromas y sabores están incrustados en las macromoléculas de grasa? Debe haber una explicación a todo esto. Señora Ciencia, consuéleme por favor).

A la salida de la bufeta, hubo un breve encuentro con unas amigas de Inma y una indecisión respecto a cuál era nuestro siguiente destino. Nos temíamos que no nos dejaran entrar en ninguna parte, que llevábamos todos zapatillas deportivas, así que eso empujó a que nos fuéramos a El Ladrillo. Da muy mal rollete el ir a meterte a un sitio y que te paren por esa tontería. Más aún si se va en manada y sólo detienen a uno o a pocos. A mí me pone de muy malas, porque eso son excusas tontas. Así les salgan todos los hijos bakalaeros.

En El Ladrillo pincharon a los Cure (un besico para Víctor, The Romanian Bear Lover) y yo me metí entre pechos y espalda tres cubatas que me sentaron como un tiro. Claro que tres cubatas en media hora sientan así a cualquiera. Acabé borrachete (véase un post anterior) y volcando. Decidí por unanimidad irme a casa a dormirla, que era donde y como mejor podía estar.

El viernes fue un día muy chulo. Desperté junto a mi Regi y tuvimos nuestro momento de sudar. Le pregunté qué quería comer y me dijo que pizza. Una duchita y me fui al Carrefour a mirar cedés y comprar pizzas buenas para mi perla. Eran las once, más o menos y tenía un mal cuerpo resacoso muy placentero. Recién limpio, con la cabeza retumbona y el sol picando camino del templo del consumo de estar por casa.

Allí me encontré con María, que hacía un siglo que no la veía. Estaba muy guapa y pintada, con esos ojazos contorneados de verde eléctrico. Iba con su hermana y nos vimos en la zona de los cedés todo a cien, superofertas, donde me pillé el Music de Madonna. Ella se decidió por el último de Noa, más tranquilo y de su estilo. También me hice con el Slow de Kylie-Diosa-de-la Pista-Minogue. Este último con el ##@##! estúpido anticopy. Otro disco más que tengo y me he de bajar con el SoulSeek. Demoníaca EMI.

Cuando llegué a casa, había perdido, otra vez, las llaves. O bien no me las había cogido cuando salí de casa, o bien me las había dejado en algún rincón del Carrefour. Cargado como iba con trescientas pizzas congeladas no era cuestión de dejarlas deshacerse en miguitas húmedas, así que se las dejé a la amable vecina del 3ºB. Pasé por casa del casero, valga la refanfancia, y le pedí su copia, con la promesa de devolverlas ipso facto. Subí y no estaban mis llaves por allí, con que hube de volver al Carrefour para recuperarlas. Efectivamente estaban en una de las cafeterías, donde a la mañana me había tomado un café para remitirme la resaca. Ya que estaba por allí, me metí a la peluquería. Tenía envidia de Irene, que la noche anterior iba superguapa con su look jarrai. Le dije al muchacho que me hiciera un corte "moderno, pero no como para ir a la KKO". Y me dejó hecho un pincelico. Por supuesto me quité la gomina cuando llegué a casa. A Regino le gustó, y me alegro. Durante unos días soy carne de espejo, que no hago más que mirarme. Hasta que me acostumbre, supongo.

Al trabajo acudieron pocos alumnos, lógico ante la inminente llegada de las vacaciones, y a las siete ya estaba otra vez taconeando las calles. Me pasé por la tienda Tipo, a ver si habían encontrado mi cedé de Emmylou Harris. Por supuesto, no estaba. Ni lo habían buscado, me temo. Pues nada, que la brisa de la tarde les agite el vello púbico, porque al final me lo pillé de otra tienda que no me acuerdo del nombre, pero que es famosa en Murcia y está cerca de la horrorosa plaza Europa.

Tuve que parar en El Árbol a comprar algo de merendar, que a las ocho y media había quedado con Carmelo para irnos a ver a Les Luthiers y el espectáculo empezaba a las 21h00, con que no era cuestión de ir con la gusa toda la noche. Fuimos él, su novia, Regino, Ángel, Anuka y un servidor (de banda ancha). Fue muy divertido, aunque acusé que algunas de sus bromas casi las esperaba. Lo mejor, el programa de radio (geniales Daniel Rabinovich y Marcos Mundstock), sobre todo cuando hablaban del culebrón. El programa de mano era muy divertido: una cartulinilla plegada que tiene forma de brazo con una mano al final. Incómodo y vistoso, vaya.

Regino volvió a casa con su cuñado y hermana. Yo salí un ratico a cenar y tomar un algo con Carmelo y Vene. Primero a La Caña de España para lo de comer un poco. Estaba todo muy bueno, pero es una lástima que sean tan lentos y no tuvieran nada de postre, que me apetecía. El algo nos lo tomamos en El Sentío Noche, que la música está muy bien. Pero somos viejos y estábamos ya cansaetes, así que a las 02h00, más o menos, ya estaba en casa poniéndome el pijama.

...Y de fondo: "Toxic"
Britney Spears.
Álbum: In the Zone


Comentarios (1)

regino:

Joooooo, yo también quiero que la brisa de la tarde me agite el vello púbico, tiene que ser mu interesante, jeje. Salud!!

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